Las cadenas de eslabones de acero son las más tradicionales.
Pueden ser transversales o en rombo. Estas últimas son las más
utilizadas y se fijan mediante tensores. Su eficacia está probada
sobre hielo y nieve. ¿Su inconveniente? Que son incómodas y
ruidosas, pueden dañar las llantas y afectar al funcionamiento del
sistema de tracción y estabilidad.
Las Cadenas textiles, las podemos encontrar como funda de
neumático, cadena compuesta o de tipo red. Están formadas por
una funda textil que se fija a las ruedas mediante gomas o lonas.
Son muy fáciles de instalar y una buena elección para usuarios que
ocasionalmente las utilizan. Su eficacia es comparable a las de
eslabón pero, por el contrario, no afectan a los sistemas
electrónicos del vehículo ya que no provocan vibraciones ni
traqueteos. Eso sí, se deterioran más rápido que las de acero
siendo recomendadas para usos cortos y ocasionales.
Las cadenas tipo araña o semiautomáticas se componen de dos
partes: un disco fijado en los tornillos de la llanta y la propia cadena
constituida por una serie de eslabones longitudinales, fijaciones
plásticas y orugas de cadena con bandas de plástico. Ésta es la
elección más cara, se recomienda para un uso diario en situaciones
muy adversas.
Por último estarían las cadenas líquidas, un espray de resinas
adherentes y viscosas que se rocían sobre el neumático. Aunque no
responden adecuadamente en situaciones complicadas podemos
decir que su ayuda es considerable en situaciones de arranque,
pero su eficacia es temporal ya que con el roce y el agua pierden
sus propiedades. Si tráfico declara el uso obligatorio cadenas, con
este sistema no podremos circular.
Por último recordaros que su instalación debe realizarse en las
ruedas motrices. En caso de ser un 4x4 es recomendable que se
instalen en las delanteras porque además de motrices son
direccionales. La velocidad nunca puede superar los 50 km/h y
después de su utilización hay que lavarlas y secarlas bien antes de
guárdalas para alargar su vida útil.